Sindicalismo y cambio climático

Sindicalismo y cambio climático.

1. El desafío del calentamiento global. Concepto de riesgo relacionado con el cambio climático.

2. Desarrollo de políticas climáticas. El Acuerdo de París y la Agenda 2030.

3. Desarrollo de políticas ante el impacto del cambio climático en el sistema productivo y en el empleo. El concepto de transición justa.

4. La responsabilidad de los trabajadores y sus representantes. El cambio climático en la acción sindical.

5. UGT ante el reto de la transición justa. Situación en Castilla y León.

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1. El desafío del calentamiento global. Concepto de riesgo relacionado con el cambio climático.

1.1 La crisis socio-ecológica.

La actividad humana más reciente −basada en la promoción a ultranza del mito del crecimiento económico indefinido en un planeta finito−, ha imprimido una huella cada vez más profunda, produciendo, en general, cambios con efectos que trascienden el ámbito local o regional para afectar al funcionamiento global del sistema Tierra.

Se trata de la más rápida transformación de la relación humana con el mundo natural, un impacto poderoso −de escala geológica−, trascendente −capaz de controlar los procesos fundamentales de la biosfera− y veloz −se puede medir en el intervalo de una sola vida humana−. Es lo que algunos científicos denominan “Cambio Global” o también “Antropoceno”.

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Si hacemos referencia a uno de los procesos planetarios centrales del Sistema Tierra, el sistema climático, el efecto de la actividad humana sobre el mismo −conocido como “cambio climático”−, es una realidad instalada ente nosotros, no como una contrariedad futura, sino como una crisis a la cual afrontar como un desafío de enormes proporciones.

El sistema climático forma, a su vez, parte de nueve procesos fundamentales para la estabilidad del sistema Tierra (también denominados “Límites planetarios”) en los que las actividades humanas están reduciendo el espacio seguro de actuación: integridad de la biosfera, acidificación de los océanos, cambios en el uso del suelo, uso insostenible del agua dulce, perturbación de los flujos biogeoquímicos (nitrógeno y fósforo), alteración de los aerosoles atmosféricos, y contaminación debido a entidades nuevas (incluyendo agotamiento del ozono estratosférico).

Dentro de estos límites, la humanidad puede continuar desarrollándose y prosperando, pero cruzar los límites aumenta el riesgo de generar cambios ambientales abruptos o irreversibles a gran escala. Los niveles de perturbación antropogénica de cuatro de los límites (cambio climático, integridad de la biosfera, flujos biogeoquímicos y cambio del uso del suelo), tienen su traducción en una crisis ambiental global, cuya acepción más adecuada sería la de una crisis socio-ecológica, al considerar aspectos sociales y económicos como: la magnitud de la población, los patrones de utilización de la biocapacidad que tiene dicha población, y la distribución entre las diferentes poblaciones al acceso a los bienes comunes que hacen posible la vida.
Efectivamente, la crisis socio-ecológica se sustenta en un entramado de relaciones sociales desiguales, jerárquicas, opresivas y destructivas, que afectan a grupos de personas especialmente vulnerables (personas empobrecidas, personas con trabajos precarios, mujeres, niños y ancianos, migrantes, etc.), y que tienen que ver con el acceso al consumo de bienes, recursos y energía, pero también a una exposición desigual ante los riesgos socio-ambientales. Desatar este nudo es un reto urgente.
Ilustración: H. Vidal “Hervi”. Expo Caricatura Ambiental 2008. “Humor del fin del mundo”.
PNUMA/ORPALC.

1.2 Impactos y riesgos derivados del cambio climático.

La influencia directa del ser humano en el cambio climático se identifica, fundamentalmente, con los cambios de uso del suelo y el aumento significativo de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) ya desde mediados del siglo XIX, que han acelerado los procesos naturales.

La concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera ha aumentado de aproximadamente de 277 partes por millón (ppm) en 1750 a 419 ppm en 2021, una cifra sin precedentes en los últimos tres millones de años.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha confirmado que 2021 se convirtió en uno de los siete años más cálidos de los que se tiene constancia, todos desde 2015, y los tres primeros lugares de la clasificación corresponden a 2016, 2019 y 2020.

En 2021, la temperatura media mundial fue alrededor de 1,11 °C superior a los niveles preindustriales (1850-1900), lo que significa que se está acercando al límite inferior del incremento de la temperatura que el Acuerdo de París procura evitar.

Estado del clima en 2021: los fenómenos extremos y sus principales repercusiones | Organización Meteorológica Mundial

Diferencia de temperatura media global respecto a los niveles preindustriales (1850-1900).

Fuente: Met Office, 2022.

Los impactos del cambio climático en nuestro país son más evidentes en los sistemas naturales, pero también se han observado en los sistemas humanos (no se incluyen los existentes en ecosistemas oceánicos, costeros y su biodiversidad):

 

⇒ Impactos observados en sistemas naturales:

1. Recursos hídricos. Se ha observado un aumento generalizado en la intensidad y magnitud de las sequías meteorológicas e hidrológicas bajo escenarios de cambio climático, debido principalmente al aumento de la evapotranspiración y, secundariamente, a la reducción de las  precipitaciones. Estos cambios se traducen en proyecciones de escorrentía y recarga subterránea decrecientes, y por tanto una reducción de la aportación hídrica a los ríos.
En general, incluso en los escenarios de bajas emisiones, se prevén considerables repercusiones en el ciclo hidrológico, cuya consecuencia será la disminución de la disponibilidad de agua y su calidad. Los recursos hídricos están íntimamente relacionados con todos los sectores económicos, especialmente aquellos que son más críticos para nuestra economía. Por lo tanto, los cambios en su disponibilidad y calidad podrían generar vulnerabilidad a nivel sistémico con posibilidades de efectos de cascada.

2. Desertificación y suelos. Las proyecciones apuntan hacia una creciente aridez y un aumento de las temperaturas. Aun cuando no se produjeran incrementos significativos de las pérdidas de suelo, el incremento previsto de la aridez apunta a un aumento del riesgo de desertificación. Además, España es uno de los tres países de la Unión Europea con mayor riesgo de incendios, riesgo que puede verse incrementado.
En lo que respecta a los suelos, la disminución de la precipitación media o el aumento de fenómenos extremos (como sequías, inundaciones o incendios, entre otros) pueden provocar un incremento peligroso de la erosión sobre todo en aquellos suelos sujetos a alta intensidad de manejo.

3. Ecosistemas terrestres. Su funcionamiento se verá afectado de diversas formas. En las especies forestales se han observado ya cambios fenológicos, cambios en los periodos de floración y fructificación y cambios en su distribución. Estas alteraciones pueden llevar a cambios de comportamiento tanto en las especies migratorias como locales. Es muy probable que la resiliencia de nuestros bosques pueda verse reducida en el futuro si se producen sequías recurrentes. Ya se han identificado complejos fenómenos de decaimiento, en los que el cambio climático puede estar jugando un papel junto con otros factores (por ejemplo, el abandono de la gestión o la entrada de patógenos exóticos).

⇒ Impactos observados en los sistemas humanos:

1. Agricultura y ganadería. Los principales impactos son los cambios fenológicos asociados al desplazamiento de las estaciones, el aumento del estrés hídrico, los daños por calor y por eventos extremos. También sufre impactos indirectos derivados de los efectos del cambio climático sobre otros sectores (suelos, recursos hídricos, etc.). Todos estos cambios agravarán la vulnerabilidad de la agricultura y la ganadería españolas y exigirán medidas adaptativas. Por ello, es necesario el estudio de los impactos a nivel regional, por tipo de cultivo y especie ganadera, así como por sistema de explotación; además de la inclusión de indicadores o evidencias del cambio.
2. Medio urbano. En los planes urbanos de adaptación al cambio climático en España se identifican 7 ejes de riesgo: aumento del nivel del mar, oleaje extremo, precipitación intensa, disminución de las  precipitaciones, aumento de las temperaturas, olas de calor y vendavales. Así como diversos sectores afectados (urbanización, ecosistemas, salud, sectores económicos, etc.). Esta información (cuyo grado de desarrollo y detalle es bajo en la mayoría de las ciudades), es fundamental a la hora de planificar la inversión en adaptación de forma eficiente y eficaz, teniendo en cuenta los riesgos climáticos más probables y los grupos de población más vulnerables.
3. Energía. La energía hidroeléctrica es la fuente de energía que puede verse más afectada por el cambio climático debido a la menor disponibilidad de agua. Asimismo, los eventos meteorológicos extremos pueden afectar a las infraestructuras energéticas, especialmente las situadas en las zonas costeras, y generar riesgos añadidos sobre el sistema.
La mayor presencia de las renovables en el mix energético está aumentando progresivamente la resiliencia del sistema, pero está  generando conflictos sociales y competencia con otros usos del suelo.
4. Infraestructuras y transporte. Se prevén impactos negativos en las principales redes terrestres, especialmente debidos a los fenómenos climáticos extremos como las precipitaciones torrenciales. Las redes portuarias y aeroportuarias también pueden verse afectadas de forma negativa.
5. Turismo. La incidencia de eventos extremos en las costas y las olas de calor, pueden también incidir negativamente en el turismo de playa del sur y este de nuestro país. El turismo relacionado con los deportes de invierno es el que se está viendo ya más afectado, especialmente en el caso de las estaciones de esquí por la falta de nieve, situación que es previsible que se agrave.
enfermedades zoonoticas medio ambiente coronavirus6. Salud humana. El cambio climático en España representa una amenaza para la salud humana, con impactos directos e indirectos. Entre los primeros, son especialmente relevantes los riesgos asociados a las temperaturas excesivas y a las inundaciones, que se asocian con morbilidad y mortalidad por causas cardiovasculares y respiratorias, estrés térmico, agravamiento de enfermedades crónicas y lesiones.
Entre los segundos, a través del impacto sobre los ecosistemas, que provocan, por ejemplo, un aumento de las enfermedades transmitidas por vectores, aumento  de las zoonosis, o de las enfermedades transmitidas por el agua.
La Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) estima que, en 2050, las olas de calor causarán 120.000 muertes anuales más de lo habitual en la UE, con un coste económico de 150.000 millones de euros si no se adoptan medidas adicionales. Esta estimación no solo se debe a la mayor frecuencia de temperaturas más altas, sino también como consecuencia del envejecimiento demográfico. Actualmente, alrededor del 20 % de los ciudadanos de la UE tienen más de 65 años de edad, pero representarán el 30% en 2050.
7. Salud laboral. Algunos sectores se verán muy afectados por su vulnerabilidad a los rigores térmicos (agrario, forestal, construcción, servicios de limpieza y jardinería, guías turísticos, movilidad, etc.). Según la OIT, se prevé que el aumento del estrés térmico provocado por el calentamiento global traiga consigo en 2030 pérdidas de productividad en todo el mundo equivalentes a 80 millones de puestos de trabajo a tiempo completo.

En cuanto a los riesgos, éstos se derivan de la interacción de la vulnerabilidad (del sistema afectado), la exposición a lo largo del tiempo (al peligro), así como el peligro (relacionado con el clima) y la probabilidad de que ocurra. La AEMA ha categorizado en un informe interactivo sobre los riesgos climáticos cambiantes de Europa 16 peligros, identificados por el IPCC. Consúltalo haciendo click en la imagen de la derecha.

1.3 Las evidencias del cambio climático en España y en Castilla y León.

El cambio climático en Europa afecta a todas las regiones, pero de forma desigual, desde mayores precipitaciones anuales y riesgos de inundaciones en la Europa noroccidental hasta el incremento de las temperaturas y el aumento del riesgo de desertificación en la región mediterránea.

En esta última Región −donde se enclava casi toda la península Ibérica−, los informes más recientes indican que aquí la temperatura sube un 20% más deprisa que la media mundial, por lo que ya está por encima de las tendencias actuales del calentamiento global de +1,1 °C (ver el diagrama de Hawkins de la derecha). En el caso de las precipitaciones, lo expertos proyectan un escenario de disminución de las precipitaciones, entre un 10 y un 30% según la zona.

Según indican los escenarios desarrollados por la AEMET, España muestra una tendencia de incremento de las temperaturas máximas y mínimas que conllevará a un aumento del número de días cálidos y noches cálidas, así como de los eventos extremos como las olas de calor, las sequías y las inundaciones.  Los incendios, además, serán más frecuentes y virulentos.

 

La Comunidad de Castilla y León no incluye territorio alguno ajeno a los efectos de la crisis climática. La AEMET advierte que desde el año 1951 y hasta 2018, la temperatura media en la Comunidad ha pasado de 11,2 a 12,4 ºC, lo que representa un aumento no lineal de 1,2 ºC en este periodo. Se ha observado que el calentamiento está siendo mayor en invierno, pero con un repunte de los picos de calor estivales. Las precipitaciones medias han descendido una media de 9 milímetros cada 10 años, lo que combinado con el aumento de la temperatura media, conlleva a un incremento progresivo de la evapotranspiración potencial (ETP), a una disminución tanto en la evapotranspiración real (ETR) como en los aportes de la escorrentía (ESC) y la recarga subterránea de los acuíferos, es decir, a una clara disminución de la disponibilidad hídrica.

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El diagrama de Hawkins, que representa cronológicamente la evolución de la temperatura anual, revela para nuestro país una clara tendencia desde 1971 a temperaturas más altas, tanto en valores promedio como en máximas y mínimas.

Las proyecciones climáticas previstas por la AEMET para Castilla y León (en línea con los datos del IPCC), nos muestra un aumento de las temperaturas máximas esperado con aplicación y éxito de las políticas de mitigación (RCP 4.5) en 2100, en torno a los 2-3 °C, y un escenario pesimista en donde éstas no se cumplen (RCP 8.5) con un aumento de la temperatura de hasta 6 °C.

Con claridad va a descender el número de días con helada mientras que, con mayor incertidumbre, se prevé, además, una disminución progresiva de la tasa de precipitación en todo el territorio castellano y leonés de entre 10-15% para el mismo periodo.

Principales impactos del cambio climático en Castilla y León. El cambio climático representa una amenaza moderada para el desarrollo actual y una amenaza grave para el desarrollo futuro y, por lo tanto, para la salud, el empleo, las infraestructuras, etc., aunque el alcance exacto de sus consecuencias resulta difícil de cuantificar. Por ello, conocer los impactos del cambio climático en Castilla y León es clave para anticiparse y adaptarse, tal y como nos indican los científicos. Un mayor estrés hídrico, una mayor incidencia de fuegos forestales, cambios en el proceso de polinización de las plantas, intensificación de los fenómenos meteorológicos extremos, etc., son algunos de los impactos que ya podemos observar, pero solo son el primer eslabón. Si se altera el medio ambiente en el que vive y del que vive la sociedad castellana y leonesa, el siguiente paso señala directamente a sus sectores económicos y a la salud de su población. El cambio climático ya tiene un impacto creciente sobre algunos sectores productivos, como en la agricultura y la producción de alimentos −especialmente el sector vitivinícola−, pero también se notará en el turismo, en la construcción, la industria o en la generación de electricidad, entre otros.

2. Desarrollo de políticas climáticas. El Acuerdo de París y la Agenda 2030.

3. Desarrollo de políticas ante el impacto del cambio climático en el sistema productivo y en el empleo. El concepto de transición justa.

4. La responsabilidad de los trabajadores y sus representantes. El cambio climático en la acción sindical.

5. UGT ante el reto de la transición justa. Situación en Castilla y León.