
29 Sep Día Internacional de concienciación contra la pérdida y el desperdicio de alimentos.
Evitar la paradoja del hambre en un contexto de pérdida y desperdicio alimentario.
► La crisis alimentaria mundial se mantiene espoleada por las crisis climática y energética, y los conflictos bélicos.
La crisis alimentaria es el síntoma de un sistema alimentario muy vulnerable a crisis económicas y ambientales. Diferentes conflictos bélicos (como la invasión de Ucrania) provocan un aumento todavía mayor de los precios mundiales de los alimentos. Según el Banco Mundial, entre mayo y agosto de 2023 ha existido una inflación alta en más de la mitad de los países de ingreso bajo y mediano, con niveles superiores al 5% (muchos con una inflación de dos dígitos), lo que perjudica en mayor medida a las familias más vulnerables, para quienes el consumo de productos básicos como los alimentos y la energía absorben la mayor parte de su presupuesto mensual. Según los datos del índice de precios de consumo (IPC) del mes de agosto, en España siguen siendo el grupo de gasto que más se ha encarecido (en el último año el aceite de oliva a subido un 52,5%, el azúcar un 42,5% o el arroz un 21,6%), siendo además el que más proporción se lleva del presupuesto de las familias españolas. En este contexto y según los bancos de alimentos, la pobreza alimentaria sigue al alza en nuestro país, donde 1,2 millones de personas necesitan ayuda para cubrir sus necesidades básicas.
Sin embargo, esta subida de precios no se puede explicar sin tener en cuenta otros factores subyacentes, como el de la crisis energética –por una creciente carestía y encarecimiento del gas y el petróleo–, la escasez y encarecimiento de fertilizantes y los estragos del cambio climático (con otro año especialmente seco en buena parte del Planeta). Esta situación amenaza la continuidad de los ciclos de producción agroalimentaria y, por tanto, la capacidad de seguir suministrando productos agrícolas básicos, ingredientes y productos alimentarios y materias primas para piensos, lo que es especialmente preocupante para los países más vulnerables. Esta tormenta perfecta tampoco puede entenderse sin la existencia de mercados mundiales no regulados, de especuladores financieros, y de monopolios globales.
En cualquier caso, la crisis alimentaria está adquiriendo una magnitud que puede llegar a nivel de drama global, y exige que se incluya en la agenda de prioridades una contribución preventiva y solidaria para paliar y mitigar este escenario, a nivel nacional e internacional.
► ¿Por qué es importante reducir la pérdida y desperdicio de alimentos?
Existen diferentes definiciones, pero de una manera sencilla, se puede definir el desperdicio alimentario como aquellos productos agrícolas y alimentarios descartados de la cadena alimentaria que siguen siendo perfectamente comestibles y adecuados para el consumo humano y que, a falta de posibles usos alternativos, terminan desechados como residuo.
Alrededor del 30% de los alimentos del mundo se pierde de esta manera (un 13% en la cadena de suministro, entre la etapa poscosecha y la venta al por menor y otro 17% en los hogares, los servicios alimentarios y el comercio al por menor). Además, representa entre el 8 y el 10% del total de gases de efecto invernadero a nivel mundial , lo que contribuye a un clima inestable y fenómenos meteorológicos extremos. Estos cambios tienen un impacto negativo en el rendimiento de los cultivos, provocan interrupciones en la cadena de suministro y amenazan la seguridad alimentaria y la nutrición.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, específicamente el ODS 12, meta 12.3, exige reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita en los niveles minorista y de consumo y reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro.
Se estima que, en 2022, unos 3.000 millones de personas en todo el mundo no han tenido acceso a una dieta saludable y unos 735 millones de personas han pasado hambre. Todo esto significa que existe una necesidad urgente de acelerar la acción para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos.
Cuando quedan ocho años para alcanzar la meta, no se puede dejar de enfatizar la urgencia de intensificar las acciones para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos. Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos presenta una oportunidad para obtener beneficios climáticos inmediatos al tiempo que mejora la sostenibilidad general de nuestros sistemas alimentarios , una transformación necesaria para garantizar mejores resultados planetarios y nutricionales para las generaciones actuales y futuras.
► Una ley urgente para combatir el incomprensible desperdicio de alimentos.
En 2022, la UE importó casi 138 millones de toneladas de productos agrícolas, con un coste de 150.000 millones euros, según datos de Eurostat. Al mismo tiempo, el informe «Food Waste Index» del PNUMA, estima que la UE desperdicia 153,5 millones de toneladas de alimentos cada año, es decir, que “en una época de altos precios de la comida y de aumento del costo de la vida es un escándalo que la Unión Europea tire a la basura más comida de la que importa”. Los autores del informe piden que la UE apruebe objetivos jurídicamente vinculantes de reducción del desperdicio de comida para que en 2030 sea la mitad que ahora.
Los datos del Informe del Desperdicio Alimentario en España 2022 que elabora el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, señalan que cada español tiró de media a la basura casi 26 kilos/litros de alimentos en el año 2022, que aunque indica una tendencia a la baja del -6,2%, sigue siendo una cifra que habla por sí sola de un sistema alimentario insostenible. No existe ninguna ley en Europa, a nivel estatal, que avance en el concepto de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario en su conjunto del campo a la mesa, pero el pasado 8 de mayo el Congreso de los Diputados aprobó el Proyecto de Ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario. El proyecto de ley contiene como objetivo el de reducir el despilfarro a la basura de alimentos sin consumir abordando un triple problema: El primero de índole económico y medioambiental (por el desperdicio del trabajo de agricultores y ganaderos, de los medios naturales empleados para producirlos, del consumo de recursos como suelo o el agua, y de emisiones a la atmósfera que se producen); el segundo de reconducción del sistema agroalimentario hacia una economía circular; y el tercero de orden ético, moral y de salud pública.
Desde UGTCyL apremiamos a la aprobación de esta Ley, una norma que debe ser suficientemente ambiciosa y con capacidad para contribuir en la consecución de la meta 12.3 del ODS 12.
Acabemos con la pérdida y el desperdicio de alimentos cuanto antes.
Fuentes:
«Desperdicio alimentario«. Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición.
«Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos«. FAO.
«Seguridad alimentaria. Actualización«. Banco Mundial.
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